Day: 19 abril, 2014

Prisioneros de la Esperanza

JESÚS REYES

Alguna vez mi padre me dijo que él se consideraba pesimista porque pensaba que eran los pesimistas los que cambiaban al mundo. Esta lógica tiene algo de validez en mi opinión porque solo dándose cuenta de las muchas faltas que tiene nuestro mundo podemos intentar cambiarlo. El optimismo ciego que muchos adoptan (especialmente televisoras y gobiernos en campañas publicitarias) es, sin duda, una receta para el fracaso; si cerramos los ojos y pensamos que todo está o va a estar bien sin darnos cuenta de lo tanto que está mal no podemos llegar a ningún lado.

En cambio si somos seres y ciudadanos críticos podemos darnos cuenta de muchas cosas y aspirar a cambiarlas. Pero para mí esto no es tan simple como una escala unidimensional entre pesimismo y optimismo. El problema de los pesimistas es que si bien se dan cuenta de lo que está mal, no aspiran a poder cambiarlo, porque son eso: pesimistas, para ellos las cosas no podrían mejorar. Más allá de identificarme como optimista o pesimista, me gustaría pensar que soy alguien crítico pero que nunca deja de tener esperanza y para validarlo compartiré dos testimonios que pienso me llevan en esa dirección.

El primero de ellos es influenciado sin duda por las filosofías no-violentas de algunos padres del cambio social como Martin Luther King Jr. y Gandhi. Estos dos líderes para hacer cambios significativos dentro de sus países nunca apoyaron a la violencia y para justificar su posición ideológica usaban metáforas comparando la violencia con la oscuridad o el fuego. King muchas veces dijo que la oscuridad no se puede combatir con más oscuridad ni el fuego con más fuego sino que se necesitaba de luz y de agua respectivamente para combatir estos males. En algo similar me baso (y se han basado muchos) para decir que la noche tiene que ser seguida por el día y la tormenta por la calma. Por lo que nos han enseñado nuestros miles de años como seres humanos sabemos que esto es cierto y tarde o temprano el invierno se transforma en primavera. Esto, siento yo, nos tiene que dar esperanza porque me cuesta mucho trabajo pensar que las cosas solo empeoraran y no pueden mejorar si todos hacemos nuestra parte.

Este mismo sentimiento es plasmado en una magnifica canción del artista norteamericano Tom Waits: “You can never hold back spring” – Nunca puedes detener a la primavera (la cual pueden disfrutar aquí), que a parte de su título dice otras cosas inspiradoras como Puedes estar seguro que nunca dejare de creer o El mundo está soñando, soñando con la primavera. Aunque esta canción es en esencia romántica, dice muchas cosas que para mí aplican en el mundo, en ocasiones desesperanzador de hoy; la primavera (me gustaría pensar) va a llegar, tiene que llegar  y por más que haya personas, gobiernos o sistemas que sigan intentando que no llegue, si todos hacemos lo que nos corresponde y seguimos luchando, esta primavera tan esperada llegará.

Lo segundo en lo que me baso para decir que tenemos que tener esperanza es una opinión que vi alguna vez en un documental del filósofo y académico afroamericano Cornell West. West es un pensador bastante controversial con opiniones socialistas y de izquierda que ha tenido un rol central en las conversaciones acerca de las relaciones de raza, en ocasiones tan difíciles, en los Estados Unidos.

Cuando le preguntaron acerca de la diferencia entre la esperanza y el optimismo, él dice lo siguiente: “Pienso que cualquier conversación acerca de desesperación o desesperanza no es donde se termina sino más bien donde se comienza, y después el valor y el sacrificio entran pero al nivel de esperanza, no optimismo. El optimismo y la esperanza son diferentes, el optimismo tiende a ser basado en la noción de que hay suficiente evidencia en el mundo real que nos permite pensar que las cosas van a mejorar; mucho más racional, profundamente secular. Mientras tanto, la esperanza ve la evidencia y dice ‘esto no se ve nada bien, no se ve nada bien, vamos a ir más allá de la evidencia, intentar crear nuevas posibilidades basadas en visiones que sean contagiosas para que nos permitan actuar de una manera heroica, siempre en contra de las posibilidades, sin ninguna garantía’, ¡Eso es esperanza! Pero soy un prisionero de la esperanza, voy a morir siendo un prisionero de la esperanza. Jamás hay que creer que la miseria y la desesperanza tienen la última palabra”.

Por lo que me deja este argumento de West, mi padre tiene algo de razón; el pesimismo si sirve, pero como punto de partida y no como punto final. Después del optimismo tenemos que ser invadidos por una esperanza hasta cierto punto irracional que nos permita creer que podemos hacer hasta lo imposible. Y término diciendo que igual que West soy un eterno prisionero de la esperanza, por lo que a mi toca nunca dejare que la miseria, la pobreza, la ignorancia, la corrupción, la impunidad, la violencia, la injusticia y la desesperanza tengan la última palabra en nuestro país y sé que como yo hay muchos en este país que moriremos siendo prisioneros de la esperanza.